viernes, 19 de febrero de 2010

Chamarra roja y pants azul marino

Chamarra roja y pants azul marino, mis pasos tras los tuyos y por primera vez me olvidé de la distancia prudente, crucé la calle, caminé junto al camión, no podría soportar perder de vista tus pasos, miedo de que voltearas y me vieras a la mitad de mi osadía, pero por primera vez el miedo no me detiene y entonces acelero el paso, corro un poco y llego a una proximidad absurda aquella de la que uno no puede zafarse, sé que ya no hay marcha atrás.

Estiro la mano derecha y toco aquel hombro izquierdo, inhalo por última vez antes de ver ese par de ojos hermosos clavados en los míos, tus ojos se iluminan y ese brillo se funde con aquella mirada de sorpresa que refleja que soy la última persona que esperabas ver, pero que puedo decir también eres la última persona con la que pensaba que estaría. Te quitas el audífono que hasta en ese momento había ocupado su lugar del lado derecho.

—“Oye, quería hablar contigo”— sería lo primero que atinaría a decir, —“¿Quién eres?”— dices casi en broma, en mi cabeza cruza el pensamiento de que es increíble que lo preguntes pero mi boca se adelanta a esos pensamientos con un —“me llamo, Tere”— estiro la mano derecha y la tuya se estira también y estrecha la mía. —“Hace tiempo que quería hablar contigo, pero, bueno es bastante difícil hablarle por primera vez a alguien que no conoces ¿verdad?”— continuo mientras miro directamente tus pupilas, tú cara se transforma a un gesto cálido, empático y dices mientras asientes —“Sí”—, miro el cofre del coche que está más próximo a mí mientras me preparo para decir la parte más fuerte —“Te preguntarás ¿por qué quería hablar contigo?”— casi podría jurar que la esperanza se apoderó de tus ojos mientras asentías por segunda vez, —“Pues la verdad es que me gustas”— casi como si esperaras mi confesión pocos segundos después buscas mi mirada para terminar diciendo, —“¡Ah! Así, está bien”—, mi mente va rapidísimo porque es lo único que no esperaba que dijeras, y entonces comienzo a decir palabras sueltas sin sentido, balbucear, en mi cabeza cruza una idea, “Sí, claro, por supuesto que está bien” pero mis palabras están ahogadas en un sentimiento. Se crea un medio silencio que sólo se perturba por mi balbuceo hasta que tu vuelves a hablar —“Sabes, es que de verdad ya tengo que irme”—, —“Sí, sí está bien”—digo sin ninguna intención oculta de mantenerte a mi lado y tal vez esperando que todo terminara muy rápido porque cada segundo me pongo más nerviosa pero a la vez tu mirada me calma, —“Adiós”— dices mientras te acercas para darme un beso en el cachete.

Entonces yo giro sobre mi misma para salir de allí camino por la calle que antes me trajo a ti y lo hago con una velocidad constante pero tranquila, respiro profundo no volteo. Llegó afuera del lugar que me vio seguirte en un principio y entonces comienzo a pensar y pensar… hay tanto ahora que pensar…